viernes, 26 de noviembre de 2010
Amparado en un fallo de la Corte Constitucional, el médico Gustavo Adolfo Quintana ha practicado la eutanasia a más de 70 pacientes. Para él se trata de un acto casi humanitario, que, asegura, hace con la autorización del paciente y sus familiares, sin tener la certeza –como él mismo lo afirma– si su actuación está enmarcada en lo dispuesto por la Ley.
El Espacio lo visitó en su consultorio de Bogotá, donde contó detalles de este polémico tema que debe ser afrontado desde lo ético, lo moral y lo legal. La eutanasia constituye, hoy, uno de los más controvertidos debates éticos del mundo moderno. En la antigüedad, algunos pueblos no solían tener escrúpulos para deshacerse de los individuos considerados inútiles para la sociedad, tanto así que filósofos griegos como Platón, utilizaba el término “muerte feliz” para referirse a ella.
Actualmente, las posiciones al respecto son muy divididas y se debaten entre quienes argumentan que la vida humana es sagrada y por lo tanto nadie puede disponer de ella, y quienes afirman que el individuo tiene derecho a elegir en qué momento morir ante un caso fortuito, como una enfermedad terminal, dolorosa e incurable.
En Colombia la Corte Constitucional, mediante la Sentencia C-239 de 1997, generó jurisprudencia sobre la eutanasia, declarando la exequibilidad del Artículo 326 del Código Penal, que contemplaba una pena de 6 meses a 3 años a quien matara a otro por piedad.
Sin embargo, el tema continúa causando controversias de tipo moral, ético y religioso, lo que ha impedido que haya una reglamentación clara por parte del legislativo en esta materia.
El Espacio habló, al respecto, con Gustavo Adolfo Quintana, médico egresado de la Universidad Nacional y quien incluso antes de que la Corte Constitucional se pronunciara sobre la eutanasia, ya la había aplicado en algunos de sus pacientes, obviando el Código de Procedimiento Penal que en el Título XIII (Delitos contra la vida y la integridad personal), en su Capítulo Primero, afirmaba que: “Art. 326. - Homicidio por piedad. El que matare a otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad grave e incurable, incurrirá en prisión de seis (6) meses a tres (3) años.”
El Espacio: El Código de Procedimiento Penal, en el Artículo 326, condena con cárcel a quien incurra en el delito de homicidio por piedad. ¿Cómo ha hecho usted para no tener problemas jurídicos?
Gustavo Adolfo Quintana: Yo no soy abogado y me pones una pregunta que me resulta un poco difícil de responder, pero las veces que al doctor Gaviria le han ido a preguntar sobre por qué el doctor Quintana no está preso, él les responde que él se está ciñendo a lo que estableció la Corte Constitucional en el año 1997, que afirmó que era necesario cumplir tres requisitos para aplicar la eutanasia: que el paciente sufra una enfermedad terminal, que sea consciente de lo que hace y tercero que quien la administre sea un médico.
E.E.: ¿Cuáles son las razones por las cuales no se ha reglamentado la eutanasia en Colombia?
G.A.Q.: Generalmente los congresistas creen que negándose a reglamentarla, están colocando la eutanasia dentro de un plano de lo prohibido y eso es mentira. Cada vez que se toca el tema en el Senado, como en periodo pasado, nunca hay quórum para votarlo.
E.E.: ¿A cuántos pacientes les ha aplicado la eutanasia?
G.A.Q.: Yo calculo que alrededor de unos 70. Todos en los últimos 20 años. Una cifra realmente ínfima si consideramos el número de muertes que hay al año en un país como Colombia.
E.E.: ¿Cuál ha sido el caso más difícil?
G.A.Q.: Hay muchos, pero en todos los casos uno entiende que el dolor final de una vida merece aliviarse mediante la eutanasia. Me acuerdo particularmente de uno. Una vez tuve una paciente que sufría de diabetes. Era una persona apenas de 47 años, vivía sola en un cuarto y había quedado ciega por culpa de la enfermedad. Sus dos riñones los había perdido y además tenía seriamente comprometidas sus venas y las arterias. A esta paciente, por los defectos vasculares que tenía, le iban a amputar los dos pies porque ya se le habían muerto. Cuando me llamó para que le aplicara la eutanasia, ella me decía: “Doctor no tengo quién me cuide, escasamente aún ciega, todavía soy capaz de dirigirme al baño al menos para hacer mis necesidades y para asearme, ¿Se imagina usted qué puedo hacer si me amputan los pies? ¿En manos de quién quedo? Ella convenció a sus dos hijos para que le aplicaran la eutanasia.
E.E.: ¿Cómo es el procedimiento de aplicación de la eutanasia?
G.A.Q.: Es muy sencillo. Se toma una vena, se pone un suero y a través de ese suero se inyecta el sedante que es el encargado de causarle sueño al paciente, después se aplica anestesia en un 150% más de lo que se necesitaría para realizar cualquier otra intervención quirúrgica y posteriormente se aplica también, por vía intravenosa, un relajante muscular que en menos de 15 segundos llega al corazón, lo relaja e impide que llegue sangre a los pulmones. La sangre se queda sin oxígeno y todos los procesos metabólicos del organismo se detienen, incluida la respiración. El paciente no sufre y muere en la más absoluta tranquilidad.
E.E.: ¿Se necesita una autorización por escrito del paciente?
G.A.Q.: Si. Los pacientes firman una autorización y esto permite que la familia tenga un soporte donde se verifique que la persona quiso morir voluntariamente.
E.E.: ¿Cuánto cuestan los honorarios por realizar el trabajo?
G.A.Q.: No se podría pensar que la eutanasia da para vivir. Ojalá algún día sea el Estado el que proporcione los medios para aplicarla. Hay unos pequeños costos que incluyen los medicamentos, pero no hay ni siquiera un aproximativo. Eventualmente los familiares del paciente le ofrecen a uno unos emolumentos como reconocimiento, pero no hay tarifas. De hecho he tenido pacientes de alto peculio que han hecho donaciones hasta de 5 millones de pesos y yo utilizo esa plata para aplicar la eutanasia a quienes no tienen un peso.
E.E.: ¿Qué es lo primero que piensa cuando lo llama un paciente para que le aplique la eutanasia?
G.A.Q.: Lo primero que me pregunto es hasta dónde esa persona agotó su posibilidad de tener una vida digna. Y yo como profesional de la salud estoy en la capacidad de determinarlo.
E.E.: ¿Cuál es su papel en la muerte de un paciente?
G.A.Q.: Yo hago el papel del barquero que conduce “La barca de Caronte” de la Divina Comedia. Llevo y acompaño a los que se mueren de un lado a otro. Yo hago menos duro el recorrido para dar ese paso.
E.E.: ¿Cómo ve la vida el Dr. Quintana?
G.A.Q.: No hay cosa mejor que vivir. Para mí vivir es tan importante que en el sólo hecho de vivir encuentro la principal razón para amar la vida. El hecho de despertarme, ver la naturaleza que me rodea, ver alumbrar el sol, ver volar un pájaro, es la cosa más maravillosa que pueda existir. ¿En qué otro lugar alguien me rodeó de tantas cosas maravillosas? Aquí en la tierra. Lo que sucede es que no somos inmortales y dentro de nuestra cultura nunca se nos enseña a esperar la muerte y entonces tratamos hasta no hablar de ella.
E.E.: ¿Alguna experiencia personal con la muerte?
G.A.Q.: Si. Hace unos 20 años tuve un accidente muy severo. Me atropelló un caballo y me lesioné la columna vertebral. Después de que me recogieron y me llevaban para el hospital de Girardot, porque eso sucedió un poco más delante de Melgar, empecé a sentir que ni mis manos ni mis piernas me respondían. Entonces en ese momento sentí que iba a quedar cuadripléjico. Les dije a los médicos que me llevaban para el hospital: “Por favor, les suplico que si tengo una lesión medular, no quiero que me hagan nada, déjenme morir”. Esa experiencia me ayudó a comprender el dolor de los pacientes que tienen una enfermedad terminal y también a aferrarme aún más a la vida.
E.E.: ¿Cómo es su relación con la Iglesia Católica y los demás sectores conservadores?
G.A.Q.: Usted se va aterrar. Yo fui seminarista Jesuita y por lo tanto fui educado por ellos. De hecho de ahí proviene la liberalidad de mi pensamiento. Yo pienso que de la misma manera que un sacerdote católico acompaña el alma de un moribundo y le brinda la extremaunción, así el médico está en su deber de acompañar al cuerpo de esa persona a la última etapa de su vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Artículos publicados
-
►
2012
(8)
- ► marzo 2012 (8)
-
►
2011
(2)
- ► abril 2011 (1)
- ► enero 2011 (1)
-
▼
2010
(6)
- ► diciembre 2010 (1)
-
►
2009
(5)
- ► diciembre 2009 (1)
- ► octubre 2009 (1)
- ► septiembre 2009 (1)
- ► abril 2009 (2)
Con la tecnología de Blogger.
1 comentarios:
Le agradecería me ayudara a contactar al doctor.
Nidia Callegari