viernes, 5 de noviembre de 2010
Las viejas y sombrías casonas, los ruinosos y tristes edificios, los callejones y sótanos de nuestras ciudades y pueblos fueron testigos, por siglos, de la vida y muerte de sus habitantes, criaturas legendarias o anónimas, cuyas almas ausentes hacen parte ya de leyendas pintorescas o escabrosas, de historias terribles que algunos utilizan para asustar niños que se niegan a tomarse la sopa o, sencillamente, de cantos populares, como aquel de la Llorona loca, una desventurada figura femenina que recorre las calles polvorientas y ardientes del pueblo de Tamalameque, con un tabaco en la boca y una espina de amores contrariados clavada en el corazón.


Algunos de estos personajes famosos permanecen en la memoria de los colombianos y sus nombres se repiten constantemente. Otros, se hundieron para siempre en el anonimato, y deambulan sin sosiego como fantasmas y posesiones por los lugares que tal vez algún día conocieron o que hicieron parte de su vida.

En el caso particular de Bogotá, se han hecho famosas las leyendas de fantasmas que rondan por las coloniales casas y calles del tradicional barrio La Candelaria.

Durante siglos, escritores y cronistas han contado estos relatos increibles de las almas en pena, los duendes y los fantasmas que poblaron las frías y oscuras noches de la ciudad.

candelariaOtros, más arriesgados, han tratado de “expulsarlos”, mediante invocaciones divinas y exorcismos, y algunos, más vivos, les han sacado provecho económico, organizando excursiones nocturnas para contarles a los turistas las historias tormentosas de nuestros fantasmas criollos.

Sin embargo, sólo hasta hoy un equipo variado de expertos se interesa en serio por este tipo de fenómenos.

Se trata del grupo “Ghost Hunters” (Cazadores de fantasmas), un grupo de personas nacido en Bogotá que evalúa científicamente estos casos, ayudados con los más recientes avances tecnológicos y que combina los datos de la ciencia con el poder sobrenatural para “liberar” a las personas y casas que son víctimas de estos fenómenos.

Su fundador y director, Jairo Mejía, un ingeniero industrial, cristiano desde hace aproximadamente 10 años, afirma que se interesó por el hecho cuando presenció la posesión de la que fue víctima un amigo suyo. Desde ese momento pensó en la necesidad de formar un grupo de “cazafantasmas” que ayudara a esclarecer los hechos paranormales que se presentan diariamente y de los cuales son testigos los habitantes de la ciudad.

El grupo de “cazafantasmas criollos”, se conformó a través de una página web, después de verificar datos y la veracidad del caso expuesto. Inicialmente el grupo opera en Bogotá y poblaciones circunvecinas, pero según Jairo Mejía, la idea es operar a nivel nacional cuando ya se hayan consolidado.

Llama particularmente la atención que no cualquiera puede entrar a hacer parte de “Ghost Hunters”. Las personas que ingresan al grupo son escogidas después de un proceso de selección que se hace con lupa. “Todos deben cumplir algunos requisitos tales como no ser brujos, hechiceros, ateos y espiritistas. Deben tener lo que Jairo llama “discernimiento de espíritus” (sensibilidad a lo paranormal) y lo principal: que no les dé miedo enfrentarse a los fantasmas”.

Después de que Jairo pusiera un anuncio en Internet con el perfil de las personas que buscaba, las ofertas no se hicieron esperar. Cientos de interesados en lo sobrenatural acudieron a buscar el particular empleo. Sin embargo, sólo unos cuantos pudieron hacer parte del singular grupo.

Equipo de trabajo

“Ghost Hunters” está conformado por un físico que es el que trata de establecer si lo que está sucediendo en la casa o en el lugar indicado realmente son manifestaciones paranormales o simplemente se da debido a ciertos fenómenos físicos como la ubicación de la casa o la existencia de materiales debajo de la edificación que hace que los ruidos se concentren y se reproduzcan. El papel del físico es muy importante, pues es quien confirma o descarta cualquier tipo de actividad paranormal.

Hay otras dos personas especialistas en la parte de audio y video. Estas personas se encargan de poner las cámaras especiales y los micrófonos en determinados lugares para captar imágenes y voces (sicofonías) que quedan registradas en los aparatos.

También integran el grupo un médico y un paramédico, cuya función es verificar el estado de salud del poseído (en el caso de una persona) y estar pendiente de que cuando se les suministre la “liberación” no corra ningún riesgo en la salud física. “Lo anterior es para evitar episodios como los sucedidos en las películas “El exorcismo de Emily Rose” o “La casa de Amityville”, donde el exorcizado muere”, afirma Jairo.

Un ingeniero de sistemas, que también hace parte del equipo, se encarga de instalar los equipos de cómputo y audio y de verificar que éstos funcionen correctamente.

Según su director, la idea de conformar el grupo con personas que tienen diferente religión (no todos son cristianos) sirve para equilibrar los puntos de vista que se puedan generar. “De esta manera no se tiene únicamente el rigor de la ciencia ni la visión netamente espiritual”, afirma.

‘Modus operandi’

Las personas interesadas contactan a los “cazafantasmas” ya sea por teléfono o a través de su página web. El equipo se encarga de verificar los datos del interesado, así como el lugar y la veracidad del evento paranormal. Se programa la visita del físico quien, ayudado por el ingeniero de sistemas y los demás miembros encargados del audio, en una noche instala los equipos y después de un reconocimiento técnico, determina si lo que afecta el lugar es un ente paranormal o si son otras circunstancias las que están afectando a las personas.

Llegado el caso que se compruebe la existencia de un embrujo o una manifestación fantasmagórica, entonces Jairo, quien afirma tener capacidad de establecer -con sólo entrar- si la casa está poseída por algún espíritu, realiza la “liberación” a través de un ritual para expulsar los demonios de la misma.

La magnitud del ritual del exorcismo depende del tipo de espíritu que azote a las personas. Jairo afirma que, en materia de espíritus malignos y fantasmas, “existen huestes, principados y potestades que sólo pueden ser expulsados invocando el nombre de Jesucristo”.

Como “Ghosts Hunters” es una empresa dedicada a lo sobrenatural, el trabajo no es gratis, tiene un costo que depende de la magnitud de los casos, afirma.

No es una actividad moderna

Uno de los primeros cazafantasmas fue Joseph Glanvill, capellán de Carlos II a fines del 1600. Este hombre investigó lo paranormal en las islas británicas. Su caso más famoso fue el “Tamborilero de Tedworth” y publicó sus resultados en el “Saducismus Triumphatus” de 1681.

Friedrich Nicolai, filósofo y escritor, fue otro investigador de lo paranormal. Su interés en el fenómeno comenzó luego de padecer visiones de gente muerta. Empezó a investigar y trató de encontrar una cura para su condición. En 1799, presentó “Memoir on the Appearance of Spectres or Phantoms Occasioned by Disease” (Memorias de apariciones de espectros o fantasmas ocasionadas por una enfermedad). El libro no sólo incluía varias experiencias con lo paranormal, sino también la idea de que esto podía ser curado con la aplicación de sanguijuelas.

Tener un grupo real de investigación le llevó a lo paranormal cerca de cien años. Llamada originalmente la Sociedad Fantasma (Ghost Society), la Sociedad para la Investigación Psíquica (Society for Psychical Research) se estableció en 1882, para examinar los presuntos fenómenos paranormales. La sociedad fue fundada por un grupo distinguido de especialistas y continúa investigando lo sobrenatural en una forma científica y objetiva.

Jairo afirma que este nuevo grupo, el “criollo” que ahora se crea en Bogotá con asiento principal en el sector de La Candelaria, iniciará los primeros “trabajos” en una semana, cuyos resultados presentaremos en nuestras páginas.

0 comentarios: